viernes, 22 de septiembre de 2017

El Dios Shamash tiende a Hammurabi las insignias del poder. Relieve de la estela que contiene el Código del soberano de Babilonia, conservada en el museo del Louvre en París
El Código de Hammurabi regulaba la conocida Ley del Talión. A pesar de que ahora nos parezca un principio extremadamente brutal, entonces supuso una verdadera innovación, ya que era una forma de poner freno a las venganzas sucesivas y sin límites a las que estaban expuestas las personas y los colectivos en casos de conflictos. La ley establecía una medida, discutible pero objetiva y de obligado cumplimiento, y con ella se deslegitimaba cualquier interpretación subjetiva de los hechos por parte de los implicados, y especialmente las consecuencias que pudieran derivarse de dicha apreciación subjetiva.
Hammurabi fue rey de Babilonia, aproximadamente entre 1792 y el 1749 a. C. Fue famoso por redactar su código, conocido como Código de Hammurabi. Pero este rey fue la figura más importante de su época no sólo por redactar el código. Hammurabi tenía una preocupación: que el fuerte no oprimiera al débil.

Por ello, algunas peticiones o quejas de su pueblo llegaban directamente a él, quien tomaba cartas en el asunto. Esto nos hace pensar que la dedicación del rey hacia su pueblo era importante y esto valió la confianza de sus súbditos.

En lo político, mantuvo la supremacía de Babilonia frente a otras ciudades, a las que dominó. La mayor parte de la región estuvo bajo su poder y realizó obras importantes como Eridu, Ur, Lagash, Larsa, Uruk, Isun, Nippur, Casi, Kish, Eshunna, Mari, Asur y Nínive, entre otras. Su gobierno se extendió por un vasto territorio.


Pero este imperio no fue duradero, pues la fragmentación interna era muy fuerte. A la muerte del rey, sus descendientes no tuvieron la capacidad para mantener la estructura imperial que él había creado y, poco después el imperio se desmoronó.

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